Ayer en Málaga, el mundo del seguro perdió un Tesoro Viviente

Todos conocemos los tremendos destrozos humanos, materiales y culturales que la Segunda Guerra Mundial produjo. Mas hubo un país, Japón, en el que los daños, por su fragilidad arquitectónica y por haber sido la única nación que padeció dos ataques nucleares, dichos daños fueron más evidentes que en otros escenarios bélicos de esa terrible confrontación. Pero el sabio y refinado pueblo nipón, consciente de que mucha de su cultura y conocimiento se habían perdido, diluidos ambos como un azucarillo en una taza de té, tras la finalización de la contienda, decidió promulgar una ley que amparase todo ese enorme legado antropológico. La citada norma, se denominó Ley para la Protección de Bienes Culturales de 30 de mayo de 1950 y, en ella se establecían dos categorías de especial protección: los Bienes Culturales Importantes y los Tesoros Nacionales. Pero sin duda, lo más novedoso de dicha Ley, que fue precursora de otras similares y muy especialmente de la Convención para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado y Reglamento para la aplicación de la Convención de 1954 de la UNESCO, fue, que concedía carta de naturaleza al legado cultural inmaterial, es decir, las personas. Japón, no dudó en crear una figura única en su tiempo a la que denominó Tesoro Nacional Viviente. Esencialmente, eran hombres y mujeres “portadores de importantes legados culturales intangibles”.
Esta introducción histórica me ha servido para honrar la memoria de mi querido amigo, Vincent Pons, y de paso, enmarcar al fantástico personaje humano, fallecido en la tarde de ayer, 11 de agosto de 2017. Vincent era hijo de un importante comerciante e industrial peruano de origen mallorquín. Creo que fue alumno del prestigioso Colegio Peruano Norteamericano, Abraham Lincoln ,de Lima. Allí recibió una educación elitista en inglés, que le impregnó los valores y la ética norteamericanas. Cuando terminó su bachiller, su padre, lo mandó a estudiar medicina a Barcelona. Pero el joven Vincent hizo de todo menos estudiar. Disfrutó de nuestra cultura hasta que Papá se enfadó y decidió que eso tenía que acabar. Pensó que lo mejor era enviar al joven Vincent con unos familiares a Reino Unido para que el Chico aprendiera negocios en la City. Es allí donde nuestro hombre tomó, por vez primera, contacto con el mundo del seguro, en la cuna del mismo, en el Lloyd`s of London.  Poco a poco, fue pasando de un sindicato a otro, hasta que llegó a uno, cuya especialización era los riesgos aeroespaciales. La que sería su especialidad técnica, hasta el día de ayer.
Su total bilingüismo le ayudó mucho en la City, ya que sus superiores le encargaron innumerables misiones comerciales en toda Hispanoamérica y España, misiones que tenían como objetivo inspeccionar y asumir riesgos aéreos en esa vasta demarcación territorial.    
Pero no fueron sus viajes lo que le devolvió a España, sino sus problemas con el clima británico y su total prohibición médica de no fumar ni un solo cigarrillo más.
Recuerdo cuando lo conocí. Yo era vicepresidente del Colegio de Mediadores de Seguros de Málaga, y Noemí, responsable administrativa de nuestra corporación. Ella me dijo que había venido un Sr. muy elegante para colegiarse. Unos días después se reunió con Antonio Campaña, entonces presidente, y conmigo. Venía impecablemente vestido, con un excelente traje a medida de color azul marino y raya diplomática, camisa rosa pálida de la misma factura, zapatos Oxford y una pajarita. Nos quedamos muy sorprendidos con él. De inmediato, su personalidad me impactó y quedé impresionado con su devenir vital, con los escenarios donde había desempeñado su carrera, el Lloyd´s de Londres y, con su peculiar manera de contar historias. Me viene a la memoria que aquella tarde, le dije a mi esposa, “Eugenia, hoy he conocido a un hombre increíble, pero sobre todo lo que más me impresiona de Él, es todo lo que ha vivido y, cómo lo cuenta”.
Ciertamente, no he conocido a nadie que relate vivencias como lo hacía Vincent, quizá porque tuvo la suerte de vivir un mundo asegurador romántico, hoy extinto.
Daba igual si narraba una peripecia sucedida en la Amazonía colombiana o en una exrepública comunista. Sus detalles eran ricos y llenos de color, únicos. Me pasaba horas hablando con Él y no me cansaba nunca. Durante nuestro viaje a Londres, le pregunté miles de detalles que eran puntualmente, respondidos con una memoria y precisión inaudita. Me presentó a varios de sus colegas del Lloyd´s, a su gran amigo, Stuart Pierce, le pidió en un pasillo del Mercado que nos abriese su maletín de riesgos y nos mostrase qué había encajado esa mañana. Su colega un poco ruborizado, sacó, como el que no quiere la cosa, un contrato aéreo sobre zona de guerra, quedé impresionado y fue entonces, cuando me di cuenta que tenía que salvar todo ese legado asegurador, por lo que le pedí que formase parte del Claustro de profesores del Colegio de Málaga y proteger, unas experiencias y un conocimiento asegurador y reasegurador precioso. Se lo propuse en la Cena de la Patrona de 2012, junto a su Esposa Gloria. Le encantó la idea y comenzó a dar clases en el siguiente curso. De ese modo, Málaga tuvo la suerte de retener parte de ese talento y cultura aseguradora. A menudo, sus clases terminaban con un sonoro aplauso, por parte del alumnado.
En mi penúltima visita, hace unos días en el hospital, le volví a pedir su privilegiada opinión sobre el Brexit. Como siempre, volví a quedar impresionado con su refinado análisis y lucidez. A sus setenta y cuatro años seguía trabajando, pese a la enfermedad, con su Ipad, su móvil Iphone y sus correos electrónicos. Le dije: Vincent debes descansar y dejar esas preocupaciones, y Él me respondió: si, es cierto Moisés, este año me voy a jubilar. Tres días después nos dejó.
Hoy el mundo asegurador, el Lloyd´s de Londres y el Colegio de Seguros de Málaga han perdido un Tesoro Viviente, un legado de cultura y vivencias aseguradoras sin igual. Pero sobre todo, hemos perdido a gran hombre, a una persona de una enorme entereza vital y ética.
¿Y yo? yo he perdido a uno de mis mejores Amigos.

Va por ti Vincent D.E.P.      

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