Nuestro Séneca




Magnífico prólogo del
Doctor don Julián Marías Aguilera
             
          Creo no exagerar cuando digo, que el prólogo del ilustre Doctor en Filosofía,  don Julián Marías Aguilera, —uno de los discípulos más destacados de Ortega y Gasset, maestro y amigo con quien fundó en 1948 el Instituto de Humanidades—, me ha gustado, si cabe, más que el propio libro de Séneca, que seguidamente reseño.
         Me permito, aunque no estaba previsto, el sintetizar también, aquellos puntos que más me han interesado del extenso prólogo del Doctor Marías.

A.- La irrupción de las filosofías helenísticas
            En el año 300 A.C. Zenón de Citium, un joven chipriota de origen fenicio y dedicado al comercio mercante, naufraga y arruinado llega a Atenas, donde establece una escuela de filosofía, en el Pórtico; “la Stoa”. Nace así, el estoicismo, el cual suplanta a las anteriores doctrinas y se convierte en la filosofía de la época.
         Se plantean dos cuestiones esenciales e independientes: por una parte, la suerte del aristotelismo después de la muerte de su fundador; por otra, el triunfo del estoicismo. Aristóteles no encuentra un discípulo de su talla filosófica; no debemos olvidar “el factum”, que significa ser discípulo de Platón.
         Zenón fue discípulo de Crates y Estilpón. Y su historia vital, la de un hombre de comercio, de acción; apartado de la vida teorética, que no viaja “por ver”, sino para comprar y vender, —un oportunista.
Es lo que hoy podemos llamar como hombre de empresa o de negocios—, que soporta con serenidad ataráxica la pérdida de todas sus riquezas, condiciona toda su filosofía, que en esta temprana etapa se denominó: estoicismo antiguo. Debo reconocer que, sin entrar en comparaciones, siempre odiosas, con Aristóteles, este personaje se me antoja simpático, quizá, por proceder más de mi mundo que al estrictamente académico, al que sin duda, Aristóteles pertenece por derecho propio.
            En la misma centuria y hasta el comienzo del siglo I, la Stoa se renueva y nace lo que hoy conocemos como: estoicismo medio. Sus principales exponentes son Panecio de Rodas y el sirio Posidonio. Es en este momento cuando se produce la profunda influencia del estoicismo en Roma. (Básicamente, gracias a la amistad que se fragua entre Panecio y Escipión el Africano, perteneciente a la influyente familia de los Escipiones, —responsables, en gran medida, de la helenización de Roma—).
            Con estas extrañas casualidades, vemos cómo el azar apoya a esta doctrina. Mientras, el aristotelismo va, poco a poco, perdiendo su influencia, tras la muerte de su fundador. Así, llegamos al estoicismo nuevo, que llena los dos primeros siglos de nuestra era, y que es resueltamente romano. En este contexto, Séneca es su principal representante, y con mucho el más importante y fecundo, con una notable influencia posterior.
         La influencia del estoicismo es de hondo calado temporal,  que no teórico—, llegando hasta nuestros días, después de cruzar con ciertas adaptaciones la Edad Media y el Renacimiento.  

B.- La doctrina estoica
Se divide en tres partes: lógica, física y ética, que se definen como inseparables. Desde luego, la ética absorbe la mayor parte de la atención de los estoicos y la práctica totalidad del esfuerzo de su filosofar. Al igual que los epicúreos, echan mano de las doctrinas presocráticas, más que de las platónicos-aristotélicas.
Su pensamiento es sensualista, —las ideas tienen su origen en los sentidos—, el conocimiento consiste en la aprehensión del objeto. Conduce casi a un nominalismo, en virtud del cual Zenón niega realidad a las ideas platónicas, para afirmar la existencia única de las cosas individuales.
         Esta filosofía admite dos principios, lo activo y lo pasivo. Lo pasivo, la materia sin cualidades; el principio activo, la razón, a la cual llaman dios. Por otra parte distinguen los dos principios de los cuatro elementos: fuego, agua, aire, tierra. El principio activo lo identifican con el fuego.
Dios es un viviente inmortal, racional, perfecto, inteligente en la felicidad, ajeno a todo mal, artífice del todo, pero no es antropomorfo.
Lo divino liga la totalidad de las cosas mediante una ley, identificada con la razón universal, y a este encadenamiento inexorable lo llaman destino o hado. Afecta al pasado al presente y al futuro, por lo que permite la adivinación.
Esta doctrina desprende un determinismo que destruye la libertad y aconseja no obrar. Conocida es la idea de la “razón perezosa”.
El encadenamiento de las cosas determina una armonía entre ellas; el universo es como una obra de arte, ordenado y conexo. El destino aparece así, como providencia. Esta noción de providencia nos remite al problema del mal, y aparece una “teodicea”. Los estoicos lo explican mediante dos consideraciones esenciales: por una parte, los contrarios se necesitan y se apoyan mutuamente; sin mal no hay bien y a la inversa; por otra parte, niegan la realidad del mal, y suponen que las cosas malas sólo lo son en apariencia, tomadas aisladamente, y sirven a la perfección de la totalidad.
Reflexión que nos conduce a la idea de mal desprovisto de identidad real, pero necesario para el fin último.
La filosofía estoica se resume en la famosa expresión “vivir según la naturaleza”. La virtud consiste en conformarse racionalmente con el orden de las cosas. El sabio está de acuerdo con la naturaleza, y  conforme con su sino.
Lo debido es más bien, lo adecuado, lo decente. Y lo recto es, por tanto, lo correcto.
La razón es lo único que importa, y no la puede, mientras sea hombre; lo demás no puede afectarle, no es en rigor bueno ni malo. Esta vía conduce directamente al estoicismo, a la autarquía y finalmente, a la ataraxia o serenidad sobre todas las cosas.



C.- ¿Qué es la “filosofía estoica”?
Su origen está en Sócrates. Sin la actitud socrática no hubiera existido la Stoa. La sabiduría socrática no recae en la ética, es ética en sí.
Pero el magisterio socrático no se limitó a Platón y Aristóteles, de él se proceden los llamados: Socratici minores, que a la larga dieron lugar —entre otras escuelas— al epicureísmo y al estoicismo.
¿Pero, qué significa “filosofía” para estas escuelas?
Para el epicureísmo filosofía es una actividad que nos procura con discursos y razonamientos la vida feliz.
Para el estoicismo, por su parte, decían que la sabiduría es la ciencia de las cosas divinas y humanas, pero añadían que la filosofía  es el ejercicio de un arte, cuyo objeto supremo es la sabiduría. Considerada como la suma perfección o virtud que se divide en tres: lógica, el mundo y la ética.
De este modo, llegan a la conclusión de que la filosofía no es ciencia, su objeto es regir la vida.  
Queda sólo la ética…

D.- El estoicismo en el mundo antiguo
No podemos comprender el éxito de estas dos escuelas, si olvidamos la época en que las mismas triunfan, —desde Alejandro a Marco Aurelio—, un tiempo de profunda crisis, una multisecular crisis histórica que se desenvuelve a lo largo y ancho del Mediterráneo.
Es una doctrina para tiempos duros, una moral de aguante. Soporta y renuncia. Difícilmente, se podría encontrar una fórmula mejor de moral mínima para tiempos procelosos. Y es justo aquí, donde la teoría del “paradigma perdido” del Doctor Nicklas Luhmann, cobra completo sentido y, enlaza esta obra con su cátedra.


1.- La opinión común y el acierto
Nos introduce en la obra, al dirigirse al que será el receptor de la misma, —su hermano—, Galión. La felicidad es deseada por todos los hombres, pero a la vez es difícil su consecución. En la mayoría de los casos, nuestra obsesión por poseerla, es el principal obstáculo para su logro. De un modo que se me antoja similar a los modernos manuales de organización y método corporativo, nos indica un sistema:
1º Pensar lo que queremos,
2º Optar el camino más corto para ello,
3º Huir de rumores que nos dispersen,
4º Tomar un guía experto,
5º No ser oveja, ni seguir sin pensar a los que nos preceden,
6º Separarnos siempre de la masa.
Esta última reflexión o consejo, entiende Julián Marías, —con buen criterio —no porque dentro de la masa no puedan existir personas con capacidad y acierto; si no, porque dentro de la masa, se tiende más a creer que a juzgar con la razón.

2.- Razón y opinión
Cuando se trata de la vida feliz, no es propio que me respondas, según la costumbre de la separación de los votos: “Esta parte parece ser la mayor”; pues por eso mismo es la peor. No marchan tan bien los asuntos humanos, que las cosas mejores agraden a los más; la prueba de lo peor es la muchedumbre.
Creo que para Séneca, la felicidad no es democrática, y menos aún cuando es el vulgo quién la vota. No porque algo sea considerado por el común de la sociedad, como sumo bien o vida feliz, eso será realmente el bien o la felicidad.
Para Séneca, son vulgo; tanto los romanos, como los extranjeros, pues él, mira a todo hombre no a sus ropajes, sino a su espíritu.

3.- La Felicidad verdadera
            Buscar lo bueno, lo sólido y duradero; perseguir lo hermoso y bello, no en la aparente o en su fachada, sino en sus partes más escondidas.
Es ahora cuando Séneca, desea mostrar su carácter más independiente —en lo que a razonamiento se refiere—, sin hacerse eco de opiniones de una u otra escuela, y nos recalca “nuestra opinión” —refiriéndose a su opinión— y, que si una idea es buena, el se sumará sin reparos; así, acepta de los estoicos que la vida feliz es “la que está conforme con su naturaleza”. Y nuevamente, con un tono muy actual, nos da sus claves:
1º  Alma sana y en constante posesión de salud,
2º Energía y ardor, magnanimidad y paciencia.
Termina con una nota que cuando menos, nos hace pensar: “Toda ferocidad procede de la debilidad”.

4.- Definiciones del sumo bien
          Nuevamente, Séneca se nos muestra profundamente relativista, al menos, en lo que se refiere al significado del bien, se recrea en la amplitud de interpretaciones y demostraciones que éste puede tener.
Pese a todo, intenta mostrarnos un camino para su logro o cuando menos, seamos capaces de reconocerlo, si lo vemos, a saber:
El sumo bien es un alma que desprecia las cosas azarosas y se complace en la virtud, o bien,
Una fuerza de ánimo invencible.
Otra vez la relatividad; o mejor aún, la practicidad, al indicarnos que: El hombre feliz es aquel que para quien nada es bueno ni malo,..., practica el bien, que se contenta con la virtud.
Que no se deja abatir por la fortuna, y cuyo placer será el desprecio de los placeres. Pues aquel a quien lo domine el placer, también lo hará el dolor.
Separando quirúrgicamente, virtud, del resto de cosas preferibles.
  
5.- La libertad del sabio
       Esta libertad no la da más que la indiferencia por la fortuna; entonces nacerá ese inestimable bien, la calma del espíritu, puesto en seguro y la elevación; y, desechados todos los terrores del conocimiento de la verdad, surgirá un gozo grande e inmutable, y la afabilidad y efusión del ánimo…
La vida feliz tiene, por tanto, su fundamento inmutable en un juicio recto y seguro…dispuesta a mantenerse siempre donde se ha detenido y a defender su posición contra los furores y los embates de la fortuna.
Con estas expresiones literales, Séneca desvela su profunda convicción estoica, entendida como una moral de total y clara resistencia ante el sino.
  
6.- Placer y felicidad
Séneca se nos presenta como un hombre capaz de asumir el destino y su suerte, consecuente con lo que tiene; sin menospreciar lo propio, ni desear lo ajeno. Admirador de los que saben regir su vida, asumiendo su fortuna y, a la vez, controlando su destino.
 Es feliz, por tanto, el que tiene un juicio recto; es feliz el que está contento con las circunstancias presentes, sean las que quieran, y es amigo de lo que tiene; es feliz aquel para quien la razón es quien da valor a todas las cosas de su vida. La vida ordenada racionalmente es la del hombre dueño de sí.

7.- Oposición de la virtud y el placer
 Contrapone virtud a placer, con buenos ejemplos y gran maestría, más como un sagaz abogado que como un filósofo. Cierto es,  lo que nos dice, hasta el más infame es capaz de sentir placer, no siendo eso posible, cuando hablamos de la virtud. Son argumentos válidos hoy, transcurridos 2000 años; nuestro avance ha transcurrido en el sendero de lo científico, certeza frente a verdad, y no en el plano de lo ético. El placer sobreviene incluso a la vida más infame, pero que la virtud no admite una mala vida, y algunos no son infelices por falta de placer, sino por el placer mismo. El sumo bien es inmortal, no puede desaparecer y no conoce el hastío ni el arrepentimiento. Recuerda a las posiciones socráticas relativas a lo inmanente de nuestros actos.
8.- Vivir según la Naturaleza
           Que el hombre no se deje corromper ni dominar por las cosas exteriores y sólo se admire a sí mismo, que confíe en su ánimo y esté preparado a cualquier fortuna.Séneca, recalca el principio de dirigir uno mismo su vida, de una manera autónoma y libre.

9.- El placer sobrevenido
  Muy en la línea de Aristóteles, Séneca, se presenta consecuente con el planteamiento de que la virtud no debe básicamente perseguir el placer, sino,  más bien este último es consecuencial de la virtud. Y que ésta, no es mala tampoco, si colateralmente genera satisfacción o placer. Es un planteamiento equilibrado y propio de un hombre honesto. Si la virtud ha de proporcionar placer, no se la busca por él, pues no lo proporciona sino por añadidura, y no se esfuerza por conseguirlo. Así también el placer no es el pago ni la causa de la virtud, sino algo accesorio. El sumo bien reside en el mismo juicio y en la disposición de un espíritu perfecto.
  Entiendo esta alusión a lo “perfecto”, en tanto que  concluso, y no como elevado o superior a… El sumo bien es la firmeza y previsión y agudeza y cordura y libertad y armonía y compostura de un alma inquebrantable.
El hombre, como roca que aguanta.

10.- La actitud ante el placer
             Yo niego que nadie pueda vivir agradablemente si no vive a la vez virtuosamente; lo cual no puede suceder a los mudos animales, ni a los que miden el bien por la comida. Se es hombre, en tanto que eres virtuoso o digno de ésta, las alusiones al vientre y a los animales, deja claro el concepto que Séneca, tiene de esos buscadores del placer y los rebaja a una existencia prosaica. Tú abrazas el placer, yo lo reprimo¸ tú gozas del placer, yo lo uso; tú lo consideras el bien supremo, yo ni siquiera un bien; tú haces todo por el placer, yo nada…
Considero muy acertado e inteligente el contrapunto que el ilustre cordobés, realiza en este segundo apartado cuando habla, pues no renuncia al placer, sino que le da su lugar.
 
11.- Impotencia de la sabiduría epicúrea
 No llamo sabio a quien tiene algo por encima de sí, y con mayor razón si es el placer.  En línea con el anterior apartado, esta cadena de pensamiento es consecuente, en tanto que establece dos derivadas:
1.     No puede ser sabio quien tiene dependencias de cualquier clase, y
2.     Menos si esas dependencias, son fruto del placer.

12.- El peligro del epicureísmo
Los placeres de los sabios son apacibles y moderados, acaso débiles, concentrados y apenas visibles; pues vienen sin ser llamados. El hombre sumido en los placeres, siempre ahíto y ebrio, por saber que vive con placer, cree vivir también con virtud. Y así, pierden lo único bueno que tenían entre sus males, la vergüenza del pecado; pues alaban aquello de que se sonrojaban y se envanecen del vício.
De nuevo, con gracia e incluso —en otras latitudes de nuestra Andalucía, diríamos— con “salero” vuelve a hablarnos de la mesura en los sabios y de la hartura en los otros; para rematar con una alusión que no deja desperdicio, referida al sentido del recato perdido y el ridículo derivado.
¡En fin! todo este libro es tan actual que…   


13.- El verdadero sentido de la doctrina de Epicuro
Soy de la opinión (lo diré a pesar de nuestros partidarios) de que los preceptos de Epicuro son venerables, rectos y, si los miras más de cerca, tristes. La ley que nosotros asignamos a la virtud, él la asigna al placer. Con maestría, Séneca, tiene una profunda capacidad de análisis a la vez, que visión autocrítica, la cual, le permite ver que, en el fondo, ambas escuelas dicen lo mismo, pero usando palabras distintas.

14.- El riesgo del placer
Que la virtud vaya la primera, que lleve el estandarte; no por eso tendremos menos el placer, pero seremos dueños y moderadores de él; nos hará ceder algo a sus súplicas, pero no nos impondrá nada. El camino de la virtud no nos resta diversión o placer, nos deja ser tal como somos, no nos doblega ni esclaviza, que sea esa nuestra búsqueda, lo demás llegará, pero tendremos el control, no como explica en el siguiente párrafo.
Pero los que han entregado el mando al placer carecen de uno y otro, pues pierden la virtud, y además no tienen el placer, sino que el placer los tiene a ellos.

15.- Obedecer a Dios es libertad
El que se queja, llora y gime, es obligado a la fuerza a hacer lo que está mandado, y no por ello es menos llevado sin querer adonde se le ordena.
En la sabiduría popular siempre se ha dicho “árbol que tiene que dar el fruto a palos, malo” Séneca, nos deja claro que cuando se tiene que hacer o afrontar algún reto o infortunio, lo mejor, es asumirlo sin demoras ni aspavientos, viene a decirnos: “si lo vas a hacer, hazlo ya…”
Hemos nacido en un reino: obedecer a Dios es libertad.  
Esta idea es profundamente estoica, no somos libres, estamos en un imperio y seremos libres sólo cuando comprendamos que es así.  

16.- La felicidad del sabio
No estimes bueno o malo lo que no acontece ni por virtud ni por malicia; en segundo lugar, que seas inconmovible incluso contra el mal que procede del bien.  Al azar lo que es del azar, no es cuestión que uno se alegre o deprima, por la enfermedad de un enemigo o de un éxito propio, —fruto de la casualidad— si no han mediado en ellos,  nuestras acciones, (buenas o malas, ¡da igual!) sencillamente, es absurdo e ilógico a la par.

*17.- Los principios y la conducta
Ayudaré enseguida a tus reproches y me haré más objeciones que las que imaginas.

*18.- La malevolencia no respeta a nadie
Hablo de la virtud, no de mí, y cuando clamo contra los vicios, lo hago en primer lugar contra los míos.

*19.- La envidia, origen de la maledicencia
¿Qué sois vosotros, que odiáis hasta el nombre mismo de la virtud? Negáis que ninguno cumpla con lo que dice, ni viva según el modelo de sus palabras. He resaltado citas del autor, que me parecen oportunas y creo resumen mi siguiente exposición. En estos tres capítulos, Séneca, deja o mejor dicho, usa, su magnífica capacidad práctica y reflexiva, para pretender explicarse y/o justificarse.
 Me parecen todos ellos, algo infantiles y fuera de lugar en esta obra, dedicada a la felicidad; hay más despecho que deducción, que tienda a la virtud y al objetivo enunciado.

20.- El valor del esfuerzo filosófico
Logros de la humanidad si eres hombre, admira, aún cuando caigan, a los que se esfuerzan por alcanzar las cosas grandes. Pues es una empresa generosa aspirar a cosas elevadas, intentarlo, sin mirar las propias fuerzas, sino las de su naturaleza, y concebir planes mayores que los que pueden realizar, incluso dotados de un gran espíritu. Aquí, nos separa la visión de hombre como individuo, de la de humanidad y los logros propios de nuestra condición colectiva, nos deja entrever un brillo humanista en ello.  
Sabré que mi patria es el mundo…
En esta idea, subyace esa moderna visión cosmopolita que será común al pensamiento estoico posterior, referencia que será atendida un siglo después, como nos reseña el Doctor Marías, —por el emperador filósofo—, Marco Aurelio.


21.- Las preferencias del sabio
El sabio no se considera indigno de ningún don de la fortuna. No ama las riquezas, pero las prefiere, no las recibe en su alma, pero sí en su casa; y no rechaza a quien las posee, pero las domina, y quiere que proporcionen a la virtud una materia más amplia. Séneca distingue entre lo que prefiere y lo que no, pero lo destacable, es que prioriza dentro de lo bueno, aquello que le mejora como hombre.


22.- El papel de las cosas preferibles
Soportará la mala salud, la deseará buena. Así las riquezas lo conmueven y alegran como al navegante un viento propicio y favorable, o un día bueno y un lugar soleado en el frío del invierno. Con belleza, utilizando parábolas y metáforas, este capítulo desvela la esencia  del estoicismo medio. Ser estoico no es padecer idiocia, es soportar; pero manteniendo la capacidad de desear lo bueno, lo bello y lo mejor.
Traído al hoy, es poesía que bien le valdría al capitalismo rescatar, para explicar y explicarse. Realmente, Séneca, sorprende por la lógica de su pensar y, —con su hablar bonito— nos abre la puerta a nuevos fragmentos dentro de este ensayo sobre la felicidad, pero sobretodo, de nuestros códigos de selección de lo preferible, lo recto y lo correcto.

*23.- El uso de las riquezas
Deja, por tanto, de vedar el dinero a los filósofos; nadie ha condenado a la sabiduría a ser pobre. El sabio no dejará que pase su umbral ningún denario mal entrado; pero no rechazará ni desechará las grandes riquezas, don de la fortuna y fruto de la virtud.

*24.- El arte de dar
Yerra el que crea que dar es cosa fácil. Niego que las riquezas sean un bien: pues si lo fuesen, harían hombres buenos. Por lo demás, concedo que han de tenerse, que son útiles y proporcionan grandes comodidades a la vida".


*25.- El apego a las riquezas
Prefiero mostrar el alma que tengo vestido con la pretexta y bien abrigado, mejor que con los hombros desnudos o medio cubiertos. Prefiero moderar mis alegrías a reprimir mis dolores. Prefiero ser vencedor a ser cautivo. Despreciaré todo el imperio de la fortuna, pero si se me da la elección tomaré lo mejor de él.

*26.- El necio y el sabio
Dice el sabio, no vivo de un modo y hablo de otro, sino que vosotros oís mal. Las riquezas del hombre sabio están en servidumbre; las del necio, en el poder; el sabio no permite nada a las riquezas, las riquezas os lo permiten todo a vosotros.
* Vuelvo a utilizar el asterisco para agrupar conceptos que bien podrían ir en un solo capítulo, nuevamente, Séneca, tienden a explicar y en definitiva a justificar, lo obvio:
i.- Que para ser un gran pensador no tienes que ser necesariamente pobre.
ii.-  Que no todos los ricos son malos, ni han obtenido lo suyo, quitándoselo al pobre pueblo.
iii.- Que la fortuna y el azar, es determinante. Llegados a este punto, se me antoja mencionar, “Match point”, la soberbia cinta dirigida por Woody Allen, en la que el protagonista comienza diciendo:
“Prefiero tener buena  suerte a talento…”
iv.- Que dar es complejo, que hay que saberlo hacer, es cosa cierta; recuerdo ahora la oportuna cita de Hamlet: 
“Procura no dar ni pedir prestado a nadie, porque el que presta suele perder a un tiempo el dinero y el amigo, y el que se acostumbra a pedir prestado falta al espíritu de economía” y por último 
v.- Que nuestra dignidad no radica en nuestros pies o en nuestros hombros; pero que cuando nos enfrentamos al mundo, nuestro yo, lo hará mejor y con más fuerza, con unos buenos zapatos y un buen abrigo, que descalzos o desnudos.
       
27.- El ejemplo de los filósofos
Si podéis, alabad a los buenos; si no, seguid vuestro camino.
Aquí nos pide con vehemencia, que en nuestros aprecios primen los mejores y no tanto, los que nos gustan, bien nos iría, si siguiéramos su consejo.
28.- La amenaza prevista
          Yo, que miro desde lo alto, veo qué tempestades os amenazan para estallar poco más tarde, o ya próximas para arrebatarnos, a vosotros y vuestros bienes, se acercan cada vez más.
Séneca se nos revela estadista a la vez que sabio, como un ético hombre de empresa. Sus palabras son un regalo para mis oídos, —que pienso como lo que soy, un asegurador—  Nos hablan de ahorro, cuidado, prevención, alegrías discretas, en definitiva, de lo que seguro está por venir.

Sobre L. A. Séneca y otras consideraciones
Nacido el 4 a.C – 65 d.C. Era natural de Córdoba, España; hijo de Séneca el retórico, recibió una esmerada educación que le condujo a Roma, donde ejerció como abogado. Fue ministro de Nerón, el cual ordeno su muerte, abriéndose las venas, por creerle involucrado en la conspiración de Pisón.
Sus obras han tenido gran influencia en toda la filosofía y literatura posterior de todo el mundo. 
Con frecuencia se le reprochaba su enorme fortuna personal, se le atribuían tres millones de sestercios. Como curiosidad, he buscado estudios comparativos que nos permitan acercarnos a entender esa riqueza, actualizando la misma, y visualizar en lo posible salarios  y cosas.
Un sestercio equivaldría a 1.33 €, Por tanto,  Séneca sería poseedor de una fortuna mínima equivalente a 4.000.000.-€ de la época, según Suilio y de unos nada desdeñables, 525.000.000.-€, según Dion Casio.
Como ejemplo, pensemos:
Los Salarios:
Un legionario ganaba 41 sestercios al mes, ó 54.50 € actuales.
Un centurión ganaba 3.287 sestercios al mes, ó 4.371 € actuales.
Las Cosas:
Un litro de aceite=3 sestercios=3.99€
Un litro de vino=2 ases=0.66€
Un  Kg. de carne=3 ases=0.99€
Un Kg. de nabos=2 sestercios=2.66€
Una  túnica=15 sestercios=20.00€
Un par de zapatos=15 sestercios=20.00€
Este ejercicio, aparentemente sin importancia, está encaminado a entender la defensa, —a menudo excesiva— que Séneca lleva a cabo en lo relativo a la riqueza. Y situar al personaje en su tiempo y dimensión económica, aspecto que considero de vital importancia; así como, para la comprensión de su filosofar.

Moisés Núñez de Bien

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